PERU21 -El discurso inaugural de Pedro Pablo Kuczynski estuvo bastante bien, comenzando por lo breve (casi 40 minutos), pues evitó ser la típica y farragosa lista de lavandería y solo buscó transmitirnos entusiasmo y visión. Estuvo claramente estructurado en cuatro partes: 1) Una introducción dedicada a buscar tender puentes hacia los adversarios (sin éxito, a juzgar por la gélida reacción de los fujimoristas). 2) Una segunda parte dedicada a su “revolución social” y a combatir implacablemente la corrupción. 3) Una siguiente de agenda moderna en cuanto a discriminación por raza y género. 4) Una final en cuanto a las ofertas ambiciosas (agua, educación, salud, formalización, infraestructura…).
Como crítica, diría que no me gustaron promesas demagógicas (una carretera a Iquitos sería carísima y sin retornos económicos, además de que los ecologistas no lo permitirían; llegar a duplicar la formalización del 30% actual al 60% en el 2021 es imposible) o arriesgadas (no es el momento para rebajar un punto el IGV). Pero realmente me gustó ese espíritu republicano, visionario, nacionalista, generoso y conciliador de PPK, que sintetizó muy bien al invocar al lema patrio “firme y feliz por la unión”: nos transmitió su peruanidad en este 28.
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