PERU21 -“Aquí se amansan los leones, aquí no topan los carneros”, escribió, más o menos si no me falla la memoria, alguna vez Ricardo Palma sobre cómo muchos gobernantes perdían carácter al llegar a Palacio. No creo que ese haya sido el caso de Ollanta, porque carácter nunca tuvo. No creo que, similarmente a la “Metamorfosis” de Kafka, este militar se haya transformado en una hormiga, dominada por la reina. ¡Siempre lo fue! Por eso, el lunes escribí que descartaba que Humala indultase a Fujimori, porque para eso se necesitaban unas agallas –por no usar términos más criollos y soeces– que este jamás tuvo. Solo bastó con que Cateriano revelase todo por Twitter para sabotear sus propósitos y que este mismo premier acudiese a su periodista amiga para que ella filtre información de adentro y lance advertencias por web para que Humala retroceda como un ratoncito asustado. Es más, la ‘Jefa’ Nadine adelantó el fin de la operación con un Twitter de su satélite Solórzano. Así cerró su gobierno este Humala, enfatizándonos que es un tibio hombrecito melindroso, que otrora se ocultó bajo la fiera apariencia del ardiente militar revolucionario. Algo como el asno cubierto por la piel de león de la fábula de Esopo. En el fondo eso fue mejor, pues nos evitamos un Hugo Chávez.
¡Qué bueno que ya, en menos de 48 horas, toda esta gente ya se larga del poder! Soy optimista con PPK: peor no puede ser que estos.
De todas formas, gracias a Ollanta descubrí el test más rápido, eficiente y barato para detectar el coeficiente intelectual de otra persona: si le preguntas a alguien si votó por Humala para presidente en el 2006 y/o en la primera vuelta del 2011 y te contesta que sí, ya inmediatamente sabes que tiene menos de 90 puntos (¡sin picarse!).
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