PERU21 -Quienes venimos transitando por Ticlio por más de medio
siglo damos fe del retroceso de sus glaciares, que considerábamos
perpetuos, pero que en realidad iniciaron su repliegue hace siglos. La
vida, por ejemplo, ha evolucionado desde esporádicos nichos de
organismos unicelulares hasta seres complejos capaces de percatarse de
su pasado y de angustiarse por su futuro… y lo ha hecho en paralelo a la
evolución atmosférica: del fluido tóxico de sus orígenes hasta la
hospitalaria mezcla actual, rica en oxígeno, subproducto de la
fotosíntesis de algas y plantas.
Salvo el cambio, nada es permanente. Antaño imperceptible,
hoy somos conscientes de él, que tendemos a suponerlo vertiginoso pero
para fortuna nuestra, eso también es un error. El cambio es
soporíferamente lento, contrariamente a lo que ciertos embusteros
pretenden hacernos creer.
Tomemos la temperatura
como ejemplo: según datos del aeropuerto Jorge Chávez, la media de esta,
entre 1974 y 1983, fue de 19.95 grados centígrados, y en las tres
décadas siguientes fue de 19.63, 19.48 y 19.45, respectivamente.
Cuarenta años de estabilidad con ligera tendencia a la baja.
Incluso si promediamos los datos proporcionados por Hipólito
Unanue para 1800, constatamos que la temperatura de Lima fue de 20.14,
muy similar a la actual. Ante el despegue económico del tercer mundo,
algunas ONG seudoambientalistas, en
complicidad con científicos inescrupulosos y con políticos
antiliberales, decidieron falsear la realidad para tratar de frenar el
desarrollo de las sociedades emergentes. La razón subyacente era que los
recursos naturales no alcanzarían para todos. La conspiración contra el
progreso utiliza el argumento del calentamiento global. Lo considera
inapelable y lo atribuye exclusivamente al hombre. Así, la fluctuante
actividad solar, las excentricidades orbitales del planeta o las
variaciones de su campo magnético no incidirían en el clima. ¿Cómo
explicar entonces las glaciaciones del Pleistoceno o el Cálido Medieval
(siglos XI a XV) o la Pequeña Edad de Hielo entre 1645 y 1715?
Dejémonos de candideces, bajemos de las nubes, sacudámonos
de intimidaciones foráneas. Concentremos nuestra agenda ambiental en
recoger la basura, depositarla en rellenos sanitarios, tratar las aguas
servidas, dotar de saneamiento a los pueblos, restringir el uso del
petróleo dentro del casco urbano, controlar las sustancias químicas
peligrosas, y proteger nuestra biodiversidad.
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